México más allá de las noticias

Ya viejo, como si eso me diera inmunidad frente a rencores, admito que fui un joven reportero particularmente incisivo dada la deformada concepción que tenía del periodismo, esa que daba como cierto que los sucesos positivos no son noticia y sí los que derraman miedo y desgracia.
Pese a ello, luego de disfrutar en esos tiempos la publicación de una nota a ocho columnas que abofeteaba al poder o de una primera plana inundada con mi firma en entrevistas, reportajes y crónicas que bien podían presagiar el Apocalipsis, cuestionaba en mi soledad la precisión del concepto de periodismo como la cobertura y difusión de hechos atemorizadores, en lugar de sucesos novedosos, lo que incluye la cobertura de casos buenos y malos.
Evoco entonces el acontecimiento del que fui testigo presencial en los límites de Arteaga, Coahuila, y Galeana, Nuevo León, durante la semana que acaba de concluir, sin que esto sea un acto de contrición pues después de un tiempo como reportero intenté al menos hacer a un lado el fantasma que asusta a las audiencias, para buscar lo diferente, aunque fuera positivo.
Se trató de un hecho importante por su potencial para tentar a la violencia al involucrar a cerca de 250 ejidatarios y pequeños propietarios, amenazados con el despojo de sus tierras. El conflicto tuvo su origen en el arbitrario cierre de los caminos de servicio o servidumbre que desde hace casi un siglo usan los integrantes de los ejidos San Antonio de las Alazanas y 18 de Marzo, al igual que pequeños propietarios en el Cañón de Santa Clara.
Además de amenazar la paz social de una región que cada día adquiere mayor relevancia económica y vulnerar los derechos de productores del campo e inversionistas provenientes de diversos estados, el cierre del camino ordenado por un acaudalado empresario ponía en riesgo el levantamiento de cosechas de avena, cebada y maíz, así como el posterior pastoreo de bovinos, caprinos y ovinos. Resulta evidente que las implicaciones del bloqueo formaban un potencial detonador de reacciones igualmente fuera de la ley.
Pero no todo México es tierra de la impunidad, violencia y prostitución política. En este caso el México de la desesperanza, del encono, del todos contra todos, de la agrupación de “buenos” y “malos” en franquicias llamadas “partidos políticos” tuvo una excepción y mereció convertirse en esta mención periodística.
Pese a la evidente y severa afectación que sufrían, desde la primera reunión multitudinaria de los afectados imperaron las voces que se definieron a favor de la ruta de la ley y la conciliación, superando a las pocas que consideraban el uso de la fuerza como alternativa.
La excepcionalidad del caso se manifestó en las dos únicas reuniones masivas que hicieron falta para solucionar el problema. En una se hizo presente la Policía Municipal de Arteaga, Coahuila, y en otra la de Galeana, Nuevo León, dejando claro ambas corporaciones su respeto a todas las partes, explicando que su presencia era sólo preventiva e infundiendo confianza, nunca temor. Extraordinario fue también contar con la asistencia del responsable del cierre de la servidumbre, para dialogar con los afectados.
Pero lo todavía más sorprendente del hecho, a la vista de un continuo receptor de noticias, como es el responsable de estas letras, tuvo lugar durante la segunda reunión, celebrada el 18 de septiembre de 2025, que tuvo como moderador a Sergio Alcalá de la Peña, quien en representación de la Procuraduría Agraria en Coahuila demostró lo que es la política en su sentido puro.
Las reglas que estableció desde el principio para dejar claro que el encuentro se trataba de conciliar intereses para alcanzar el bienestar colectivo, confirmar su posición como mediador neutral del conflicto y hacer del respeto norma de un debate orientado a resultados, contribuyeron para que ese mismo día quedara abierto el camino. Ni una sola alusión a partido político hizo falta, pues únicamente bastó referirse a las instituciones del gobierno y Estado, así como a su función de garantizar el orden y la tranquilidad.
Por si fuera poco, como tal vez no sucede ni en Dinamarca, se vio hacia delante y acordó el inicio de trabajos de productores del campo y autoridades para establecer documentalmente los trazos y dimensiones de las rutas que fueron cerradas temporal y arbitrariamente, para que ni hoy ni mañana se repita el hecho.
Por extraño que pueda parecer, lo anterior no es ninguna fantasía y sí un hecho noticioso que prueba que la política puede despojarse de su faceta de meretriz y retomar su esencia para conciliar diferencias y encontrar rumbos de beneficio colectivo.
PD Esto lo escribe una “hiena” que vivió parte importante de su trayectoria profesional olfateando sólo carroña.
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