Américo: compromiso sin límites

Tres años no han sido fáciles para el gobernador Américo Villarreal Anaya. Los obstáculos heredados por el PAN marcaron un arranque lento y lleno de resistencias legales que frenaron proyectos estratégicos.
El Ejecutivo tuvo que librar una lucha legislativa en el Congreso hasta que, en 2024, la 66 Legislatura logró abrir camino a los avances que hoy empiezan a consolidarse.
Ayer, el propio mandatario lo resumió con una frase que ya marca huella: “Mi compromiso con Tamaulipas no tiene límites”. Una declaración que no es retórica, sino respuesta al reto de gobernar un estado donde las resistencias políticas, la violencia y la desigualdad han sido el pan de cada día.
En su mensaje, Villarreal subrayó que la política dejó de ser un instrumento de división. Habló de libertades en ejercicio cotidiano, de la atención a grupos vulnerables, de la protección a mujeres, infancia y migrantes. Fue, en los hechos, un corte de caja donde colocó el humanismo democrático como brújula de su administración.
El recuento no fue menor: más de 50 % de disminución en delitos de alto impacto, recuperación de infraestructura en salud, federalización de 376 unidades médicas, crecimiento en la cobertura educativa y programas sociales con rostro comunitario. Todo ello acompañado por cifras históricas en reducción de la pobreza extrema.
También colocó en la mesa los proyectos estratégicos que buscan transformar a Tamaulipas en la plataforma logística más importante de México: el Puente Tres en Nuevo Laredo, la Agencia Nacional de Aduanas, el Corredor Norte del Golfo de México, el tren de pasajeros Saltillo–Nuevo Laredo, el Polo de Bienestar en Altamira y la consolidación del Puerto del Norte en Matamoros.
A ello se suma la segunda línea del acueducto en Victoria y la construcción de hospitales del IMSS-Bienestar y del ISSSTE en el sur del estado.
El mandatario no dejó de reconocer que todo esto se sostiene en el respaldo del pueblo. “Devolvimos las instituciones al pueblo”, dijo, recordando que la transformación no se mide solo en obras, sino en legitimidad social. Y en su cierre, convocó a persistir en el esfuerzo colectivo para consolidar lo alcanzado.
Américo Villarreal no escondió las dificultades. Tampoco minimizó que falta camino por recorrer. Pero a la mitad de su administración quiso dejar un mensaje claro: hay rumbo, hay resultados y, sobre todo, hay compromiso político y personal con Tamaulipas.
En un estado acostumbrado a los discursos huecos, el desafío no es lo dicho, sino lo que deberá cumplirse en los próximos tres años.
¿En qué trabaja Patty Chío a un año de Gobierno?
En El Mante, donde las promesas suelen quedarse atoradas en los escritorios y la gente se acostumbra a ver gobiernos pasar sin resolver lo básico, el primer año de Patty Chío merece una revisión crítica. ¿Qué hizo y hacia dónde apunta su administración?
El dato más contundente está en los cuatro colectores de drenaje que durante años fueron símbolo del abandono.
La obra no tiene reflectores de relumbrón, pero sí representa la diferencia entre vivir con brotes de aguas negras o recuperar la dignidad en colonias como Nacional Colectiva, Progreso Social, Victoria, Aurora y Morelos. Gobernar es decidir, y aquí Patty Chío decidió atacar lo que otros dejaron pudriéndose.
La compra de un camión vactor suena a detalle técnico, pero no lo es. Desde 2005 no se adquiría uno, y hoy es la pieza clave para desazolvar líneas colapsadas y colocar más de 6 mil metros de tubería. El Mante estaba colgado de alfileres en agua y drenaje; ahora, al menos, se habla de una estrategia.
En materia de Protección Civil y Bomberos, la adquisición de dos ambulancias y “quijadas de la vida” le dio aire fresco a un cuerpo de rescate olvidado. No se trata solo de equipo: es el mensaje de que la prevención dejó de ser un adorno.
Hay también un cambio en la lógica de salud pública: la fumigación contra el dengue dejó de depender de la federación o del estado.
El Ayuntamiento puso el equipo y la campaña. Puede parecer básico, pero en tiempos de emergencia sanitaria lo básico salva vidas.
Durante la contingencia de lluvias, la administración operó con un saldo blanco en más de 12 ejidos en riesgo.
Se entregaron 12 mil apoyos alimentarios. La diferencia estuvo en la coordinación: no hubo espectáculo de dádivas, sino atención directa.
A la par, el área de atención ciudadana movió 14 millones de pesos en apoyos a salud, educación y vivienda.
Aquí el reto es medir impacto: si esos recursos llegan a quienes más lo necesitan o se pierden en la dispersión burocrática.
En infraestructura menor pero no menos urgente, el gobierno local ha invertido en rehabilitar socavones y tapar baches.
Es evidente que no alcanza para resolver el rezago de años, pero al menos existe un esfuerzo municipal con recursos propios.
Por último, las campañas de limpieza y alumbrado en espacios públicos han devuelto algo de confianza a barrios enteros. Puede sonar menor, pero la percepción de seguridad también se construye cuando la ciudad deja de parecer abandonada.
Un año de gobierno no basta para medir un proyecto, pero sí para saber hacia dónde camina. Patty Chío eligió enfocarse en lo que duele: drenaje, agua, salud y protección civil.
No son obras espectaculares, pero son las que la gente recuerda cuando abre la llave y sale agua limpia o cuando una ambulancia llega a tiempo.
El reto para la alcaldesa será mantener este ritmo sin caer en la tentación del maquillaje político. Porque si algo aprendió El Mante es que las fotos inauguran calles, pero lo que sostiene un gobierno son los servicios que la gente siente cada día.