El PAN busca músculo, no discurso

En Acción Nacional se acabó el tiempo de los discursos y se aproxima la hora de medir fuerzas reales.
El panismo tamaulipeco, que alguna vez presumió estructura, orden y lealtad, hoy enfrenta el reto de reconstruirse desde los escombros de su propia división.
Y en medio de ese vacío político, César Verástegui Ostos y Gloria Garza empiezan a ser leídos como la fórmula de poder más visible para intentar resucitar al PAN.
“Truco” Verástegui no es un improvisado. Conoce el mapa político de Tamaulipas, sabe cómo se mueven los hilos del poder local y tiene el pulso de las estructuras rurales que alguna vez le dieron al PAN triunfos históricos.
Sin embargo, carga con el desgaste del pasado reciente, el peso del “cabecismo” y las heridas que dejó la derrota del 2022, seguido del 2024.
Los dos actores del PAN, tienen oficio pero son visto con el sello de Cabeza de Vaca lo que, les hará difícil su tarea.
Pero a la vez, su regreso a la escena interna no es menor; representa la intención del panismo tradicional que piensa que va recuperar el control del partido y restablecer el orden que hoy se percibe extraviado.
La eventual incorporación de Gloria Garza a esa fórmula no es fortuita. Su perfil, institucional y con oficio administrativo, busca enviar una señal de equilibrio y apertura, especialmente hacia el electorado femenino que el PAN perdió hace tiempo.
Pero más allá de nombres, lo que está en juego es el tipo de PAN que quiere sobrevivir:
¿Uno que dialogue y se adapte a la nueva realidad política, o uno que solo intente revivir la maquinaria del pasado?
La fractura y el vacío opositor
Mientras el PRI y el PVEM viven sus propias crisis de extinción, el PAN debería ser la principal fuerza opositora en Tamaulipas.
No lo es.
Sus fracciones parlamentarias lucen apagadas, sus alcaldes desarticulados y sus cuadros medios atrapados en pleitos internos.
El vacío opositor es tan profundo que Morena, PT e incluso Movimiento Ciudadano avanzan sin contrapesos, incluso en los territorios donde el panismo fue dominante por más de una década.
Esa ausencia de voz crítica le ha costado al PAN más que cualquier derrota electoral.
En la práctica, ha perdido la narrativa pública: ya no marca agenda, no pone temas en la mesa y, lo más grave, ha dejado de representar una opción real de contrapeso político.
De ahí que Gerardo Peña y otros liderazgos busquen reanimar el proyecto desde la estructura estatal.
Pero sin cohesión, ni discurso, el músculo no basta. El nuevo proceso interno previsto para noviembre podría ser decisivo.
Si el PAN se encierra otra vez en su lógica de grupos y cuotas, solo prolongará su agonía.
Pero si logra abrirse a una ruta de reconciliación, podría al menos recuperar algo del terreno perdido.
César Verástegui y Gloria Garza representan, en el fondo, una apuesta por el músculo, no por el discurso.
Una fórmula con experiencia, sí, pero que debe demostrar que puede hablarle a un electorado que ya cambió, a una generación que no se identifica con los viejos símbolos del panismo.
El reto para el PAN tamaulipeco no está en ganar asambleas, sino en recuperar credibilidad.
Y para eso, necesitará mucho más que una fórmula; necesitará una causa.