Columnas - Dra. Yirla Paola García López

“La salud bucal como pilar de bienestar integral”

  • Por: DRA. YIRLA PAOLA GARCÍA LÓPEZ
  • 27 OCTUBRE 2025
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“La salud bucal como pilar de bienestar integral”

Hablar de salud no solo implica cuidar el corazón, la piel o la alimentación. Con frecuencia olvidamos una parte fundamental de nuestro cuerpo: la boca. Las piezas dentales no son simples estructuras duras destinadas a masticar; son órganos vivos que cumplen funciones esenciales para nuestra nutrición, comunicación y autoestima. Cuidarlas adecuadamente no es solo una cuestión estética, sino un acto de supervivencia y calidad de vida. En México, los problemas dentales son una de las enfermedades crónicas más frecuentes. De acuerdo con la Secretaría de Salud, más del 80% de los adultos presentan caries o enfermedad periodontal, y una parte considerable ha perdido al menos una pieza dental antes de los 50 años. Este panorama, lejos de ser trivial, refleja una realidad silenciosa: la salud oral determina, en gran medida, la salud general del organismo.

La boca, una puerta al cuerpo entero: 

La cavidad bucal es una ventana a nuestro estado general de salud. A través de ella entran alimentos, microorganismos y hasta emociones. Cuando las encías sangran o un diente se afloja, no solo hay un problema local: puede ser el reflejo de enfermedades metabólicas, cardiovasculares o inmunológicas. Diversas investigaciones han demostrado que la periodontitis una infección de las encías causada por bacterias incrementa el riesgo de padecer diabetes, hipertensión e incluso enfermedad coronaria. Asimismo, la pérdida de piezas dentales afecta directamente la digestión y la absorción de nutrientes, al impedir una correcta masticación. En personas mayores, la falta de dientes no solo compromete la alimentación; también puede alterar el habla, la expresión facial y la seguridad emocional. Mantener una dentadura funcional significa, en muchos casos, preservar la dignidad y autonomía en la vejez.

Más allá del cepillado: 

la prevención integral; La salud dental comienza con la prevención. Cepillarse tres veces al día, usar hilo dental y enjuague bucal son prácticas básicas, pero no suficientes si no van acompañadas de revisiones periódicas con el odontólogo. Detectar a tiempo una caries, una infección o un desgaste del esmalte puede evitar tratamientos costosos y dolorosos a futuro. También es importante considerar la alimentación. Las dietas altas en azúcares simples y bebidas carbonatadas favorecen el crecimiento bacteriano y la desmineralización del esmalte dental. En contraste, una dieta rica en calcio, fósforo y vitamina D fortalece la estructura ósea y dental. El consumo de tabaco y alcohol son otros factores de riesgo, pues deterioran las encías, reducen el flujo sanguíneo y aumentan la probabilidad de cáncer bucal. Dejar de fumar y moderar el alcohol no solo protege la boca, sino todo el organismo.

La salud bucal también se refleja en la mente: 

El bienestar oral influye directamente en la autoestima y las relaciones sociales. Una sonrisa sana transmite confianza, mientras que la pérdida dental o el mal aliento pueden generar aislamiento, ansiedad o depresión. Desde la medicina integral, cuidar los dientes es cuidar la identidad. Cada pieza dental forma parte de nuestra historia: de las risas, las palabras, los sabores y los gestos con los que nos comunicamos. Cuando los perdemos, perdemos también una parte de esa expresión única.

Cuidar hoy para sonreír mañana: 

La odontología moderna ofrece múltiples alternativas para conservar o restaurar las piezas dentales, desde limpiezas profesionales y resinas estéticas hasta implantes y prótesis de alta calidad. Pero más allá de los avances tecnológicos, el verdadero éxito está en la prevención y la constancia. Visitar al dentista al menos dos veces al año debería ser tan natural como acudir a un chequeo médico general. La boca no debe tratarse como una parte aislada del cuerpo, sino como un sistema que interactúa con todos los demás órganos.

Reflexión final: 

Nuestros dientes nos acompañan silenciosamente desde la infancia hasta la madurez. Gracias a ellos comemos, reímos, conversamos y expresamos afecto. Cuidarlos es un acto de amor propio, una inversión en salud y bienestar futuro. Envejecer con una sonrisa sana y funcional es posible si aprendemos a ver la salud bucal no como un lujo, sino como una necesidad vital.Porque al final, más allá del espejo o de la estética, cada diente preservado es una muestra de respeto hacia nuestro propio cuerpo y hacia la vida que deseamos vivir con plenitud.


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