Columnas - Dra. Yirla Paola García López

“Microbiota intestinal: el universo invisible que define nuestra salud”

  • Por: DRA. YIRLA PAOLA GARCÍA LÓPEZ
  • 01 NOVIEMBRE 2025
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“Microbiota intestinal: el universo invisible que define nuestra salud”

En los últimos años, la palabra microbiota ha cobrado relevancia en el ámbito de la salud. Sin embargo, más allá de ser una tendencia o tema de moda, representa una de las áreas más fascinantes y revolucionarias de la medicina moderna. La microbiota intestinal antes llamada flora intestinal es el conjunto de billones de microorganismos que habitan nuestro sistema digestivo. Lejos de ser simples “habitantes pasajeros”, estas bacterias, virus y hongos coexisten con nosotros en una relación simbiótica que influye directamente en nuestra salud física y mental.  

El equilibrio que lo cambia todo: 

La microbiota comienza a formarse desde el nacimiento. Diversos factores determinan su composición: el tipo de parto (natural o por cesárea), la lactancia, la alimentación, el uso de antibióticos, la edad y el entorno. En condiciones normales, esta comunidad mantiene un equilibrio que contribuye al correcto funcionamiento del organismo. Entre sus funciones principales destacan la digestión de alimentos, la producción de vitaminas como la K y algunas del complejo B, la regulación del sistema inmunológico y la protección frente a bacterias patógenas.  

Cuando ese equilibrio se rompe por mala alimentación, estrés crónico, uso excesivo de antibióticos o sedentarismo se produce lo que los expertos denominan disbiosis intestinal. Este desequilibrio puede desencadenar diversos problemas: desde inflamación crónica, estreñimiento o colitis, hasta enfermedades metabólicas como la obesidad, diabetes tipo 2 y alteraciones del estado de ánimo.  

El intestino: 

Nuestro “segundo cerebro”, el intestino está conectado con el cerebro a través del eje intestino-cerebro, una red de comunicación bidireccional que involucra al sistema nervioso, hormonal e inmunológico. Esta conexión explica por qué muchas personas con ansiedad, depresión o fatiga crónica presentan alteraciones intestinales. Se ha comprobado que algunas bacterias intestinales influyen en la producción de neurotransmisores como la serotonina, conocida como la “hormona de la felicidad”. Así, cuidar la microbiota no solo es una cuestión digestiva, sino también emocional y cognitiva. Una dieta rica en fibra, frutas, verduras, legumbres y alimentos fermentados como el yogur natural, kéfir o chucrut puede favorecer una microbiota más saludable y equilibrada.  

Alimentar bien a nuestras bacterias: 

La dieta moderna, especialmente en ciudades fronterizas como Reynosa, tiende a incluir un alto consumo de ultraprocesados, azúcares, grasas saturadas y bebidas azucaradas, lo que afecta directamente la salud intestinal. Los prebióticos y probióticos se han convertido en aliados fundamentales para mantener la diversidad bacteriana.  

- Prebióticos: son las fibras que sirven de alimento para las bacterias buenas. Se encuentran en alimentos como el plátano, el ajo, la cebolla, el puerro o la avena.  

- Probióticos: son bacterias vivas que ayudan a repoblar y equilibrar la microbiota intestinal. Están presentes en productos fermentados y en suplementos específicos.  

Además de la alimentación, el sueño adecuado, la hidratación y la reducción del estrés también juegan un papel crucial. Dormir menos de seis horas, vivir en estado constante de estrés o no realizar actividad física regular contribuye al deterioro del equilibrio intestinal.  

Un reflejo de nuestra salud integral: 

El intestino nos habla constantemente: a través de la digestión, el estado de la piel, la energía y el estado de ánimo. Escucharlo implica reconocer que la salud no depende únicamente de órganos aislados, sino de un sistema complejo e interconectado. Cuidar la microbiota es cuidar al organismo en su totalidad.  

Reflexión final: 

La microbiota intestinal representa un universo microscópico que guarda las claves de nuestro bienestar. Lo que comemos, cómo dormimos y cómo manejamos el estrés influye directamente en su equilibrio. En un mundo donde el ritmo acelerado nos empuja hacia hábitos poco saludables, redescubrir el poder del intestino es volver a nuestras raíces biológicas: entender que dentro de nosotros habita una comunidad que, si la cuidamos, nos protege, y si la descuidamos, nos enferma. Cuidar nuestra microbiota no es una moda, es una inversión en salud a largo plazo. Alimentarla bien es, en esencia, alimentar nuestra vida.  

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