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Erasmo González: el colapso de un falso liderazgo

  • Por: ARTURO ROSAS HERRERA
  • 31 OCTUBRE 2025
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Erasmo González: el colapso de un falso liderazgo

La soberbia terminó por vencer a Erasmo González Robledo. En Tampico y más aún en Ciudad Madero, su figura política se desmorona con rapidez.

En su propio territorio, “ya no tiene ángel”, dicen los vecinos. Su gestión se ha vuelto sinónimo de desilusión, improvisación y desgaste.

Versiones internas del ayuntamiento confirman una realidad alarmante: Ciudad Madero está prácticamente en bancarrota, incapaz de sostener su operación administrativa más básica.

Exfuncionarios de pasadas administraciones no ocultan su burla. “Erasmo hundió al municipio”, comentan sin recato en espacios públicos y redes locales.

El propio alcalde ha admitido que “no hay recursos para salir a flote”, lo que desató una oleada de críticas políticas.

Incluso el diputado Isidro Vargas Fernández, presidente de la Comisión de Finanzas, expresó asombro: “Me extraña que lo diga; la recaudación es su responsabilidad”.

Durante años, Erasmo presidió la Comisión de Presupuesto en San Lázaro, pero su desempeño en el gobierno local revela que no aprendió nada.

La crisis de Madero ya salpica a Tampico. Un grupo de ciudadanos lo increpó públicamente por su parálisis administrativa y su falta de resultados.

El enojo social crece. Erasmo González es confrontado en actos públicos, donde los asistentes lo señalan directamente por incumplimientos y promesas vacías.

Dentro y fuera de Morena, el alcalde se ha convertido en un blanco político perfecto: débil, arrogante y sin rumbo.

Su debacle fortalece a la oposición, que encuentra en su fracaso una oportunidad para recuperar espacios electorales en 2027.

Hoy, Ciudad Madero vive un deterioro evidente. Militares, marinos y ciudadanos coinciden en una frase que duele: “Está peor que feo”.

Erasmo, aquel que presumía control y lealtades, enfrenta ahora el peso de su propia soberbia. La política no perdona la ineficiencia.


Los prófugos del engaño y la soberbia

Dios los cría y el cinismo los reúne. Así coinciden Simón Levy Dabbah y Francisco García Cabeza de Vaca, dos mentirosos profesionales capaces de engañar al más experimentado psicoanalista con discursos hechos de vanidad y delirio.

Ambos encarnan el mismo patrón: narcisistas, manipuladores y obsesionados con su imagen, que intentan convertir su huida en martirio político para esconder su corrupción y sus delitos.

Cabeza de Vaca, desde Texas, repite como oración su versión de “perseguido político”, mientras evade órdenes de aprehensión y protege su fortuna saqueada del erario tamaulipeco.

Siguiendo el manual de Joseph Goebbels, cree que una mentira dicha mil veces se vuelve verdad, aunque el expediente judicial lo contradiga.

Simón Levy, en cambio, protagonizó su propio drama en Portugal, fingiendo estar en Washington y denunciando un falso atentado para victimizarse mediáticamente.

La Interpol desmanteló la farsa: fue detenido en Lisboa intentando esquivar la extradición que lo llevaría ante tribunales mexicanos por fraude y amenazas.

Días antes, ambos delirantes se entrevistaron mutuamente, Levy dando micrófono a Cabeza de Vaca, en un diálogo que rozó la locura y la autoparodia política.

El exgobernador tamaulipeco aprovechó el espacio para repetir su discurso de pureza moral, ocultando los expedientes que prueban su corrupción y abuso.

Mientras tanto, sus excolaboradores enfrentan procesos ante el nuevo Poder Judicial de Tamaulipas, sin el amparo de quien los usó y luego abandonó.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación decidirá pronto si el amparo que lo protege se derrumba y acaba su ficción de inocente.

Ambos, Levy y Cabeza, son reflejos de un país que aprendió a tolerar al mitómano político, hasta que la justicia toca la puerta.


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