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El adiós del Verde, desde Reynosa

  • Por: ARTURO ROSAS HERRERA
  • 04 SEPTIEMBRE 2025
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El adiós del Verde, desde Reynosa

En política nada es casualidad. Y menos en Reynosa, donde el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) eligió reclamar a Morena por la alianza que los sostuvo en el poder… y desde ese mismo lugar recibió su despedida. Un acto simbólico que exhibe la fractura real: Morena ya no está dispuesto a cargar con oportunistas.

Los verdes dicen tener estrategia. Afirman que desde ahora quieren presionar a Morena y al gobernador Américo Villarreal para obtener cargos y posiciones. El mensaje es claro: “Si no nos dan lo que pedimos, caminamos solos… o peor aún, en alianza con el PAN, el PRI o hasta con Movimiento Ciudadano”. 

Suena a bravata, a amenaza de cantina política, más que a plan serio. Pero habrá que ver si esa valentía se sostiene cuando lleguen las encuestas y los votos.

Lo cierto es que detrás de esa postura envalentonada, lo que se mueve es un interés mucho más pequeño: quedarse con Reynosa. En el mejor de los escenarios que imaginan los Makitos, una alianza con el PAN y el senador morenista José Ramón Gómez Leal, “JR”, les permitiría retener la plaza. Pero no hay que engañarse: Reynosa es un botín demasiado grande como para que Morena lo regale.

Morena, desde Reynosa mismo, ya les cerró la puerta. Con el deslinde público, dejó claro que no habrá espacio para simulaciones ni para partidos que usan el nombre de la 4T solo como membrete electoral. Quien quiera seguir, lo hará bajo las reglas guindas; quien no, que se baje del tren y se explique solo ante el electorado.

No hay que pasar por alto que el Partido Verde decidió, por voluntad de su Coordinador Estatal Manuel Muñoz Cano, separarse de Morena y de los gobiernos estatales y municipales emanados de la 4T, bueno de algunos, porque ahora es empleado de Carlos Peña en el Ayuntamiento de Reynosa.

La presidenta estatal de Morena, Guadalupe Gómez Núñez, lo dejó claro: en Tamaulipas no caben oportunistas ni proyectos disfrazados. Y sí, el mensaje tiene nombre y apellido: Manuel Muñoz, quien decidió tomar distancia del movimiento guinda, olvidando que fue Morena quien le dio fuerza, estructura y voto duro para sobrevivir en el tablero político.

El asunto no es menor. Morena está diciendo a los alcaldes que llegaron al poder bajo la coalición PVEM-Morena-PT que se definan desde ahora. No pueden esperar al 2027 o al 2028 para decidir de qué lado están. La lealtad se demuestra hoy, no mañana. Y si alguno prefiere seguir a Muñoz Cano en su aventura personal, que lo haga de frente: eso también será leído como una traición al gobernador Américo Villarreal.

La ruptura obliga a hacer cuentas: el Verde, sin la estructura de Morena, es apenas un cascarón con votos testimoniales. Los datos del IETAM lo prueban: 51 mil sufragios del Verde frente a más de 700 mil de Morena en la última elección. La diferencia es brutal y exhibe que los cuadros, las bases y la fuerza real están en guinda.

La presidenta morenista fue contundente: la transformación es guinda y nada más. Usar el nombre de la 4T para inflar afiliaciones verdes es una simulación que confunde al electorado y alimenta contradicciones. Morena no lo permitirá.

Este deslinde no solo es una advertencia política; es también un llamado a poner orden. Porque la 4T en Tamaulipas no puede darse el lujo de cargar con ambigüedades ni con figuras que, como Manuel Muñoz, piensan más en el negocio político que en la lealtad al proyecto que encabeza Claudia Sheinbaum en el país y Américo Villarreal en el estado.

Al final, lo que está en juego es la unidad. Y si alguien quiere subirse al tren de la 4T que lo haga con convicción; si prefiere bajarse, que lo haga con dignidad. Porque en el 2027 y 2028 no habrá espacio para quienes hoy siembran la duda: estarán con Morena o estarán contra Morena.

Pero también, el tiempo dirá si el Verde realmente puede caminar solo o si terminará arrimándose a los viejos partidos que juró combatir. Por lo pronto el mensaje de Morena fue contundente: la transformación no se negocia y menos se condiciona a chantajes.


IMSS-Bienestar: del negocio 

privado al reto público

En Tamaulipas, hablar de salud es hurgar en una herida abierta. Basta recordar el sexenio de Francisco García Cabeza de Vaca, cuando dentro de hospitales públicos se instalaron farmacias privadas que cobraban millones mientras los pacientes enfrentaban la escasez de medicinas más básica. Un modelo perverso: la salud como negocio, no como derecho.

Durante años, la queja fue la misma: los enfermos llegaban a los hospitales y salían con una receta incompleta. Los médicos, con las manos atadas, no podían ofrecer más que disculpas. Y los proveedores, apapachados por la administración cabecista, cobraban jugosos contratos para mantener abiertas esas farmacias que no resolvieron nada.

Es cierto: el gobierno de López Obrador tampoco estuvo exento de errores. La centralización en el abasto de medicamentos falló en su arranque y las quejas crecieron. Pero lo que el PAN hizo en Tamaulipas fue peor: reducir la salud a un mercado de pequeñas empresas, dejando a la gente sin medicamentos y con un gasto de bolsillo cada vez más alto.

Hoy, con IMSS-Bienestar en marcha, el panorama comienza a moverse. Todavía hay carencias, sí, pero las presiones del Estado han obligado a una reestructuración seria en el abasto. Las caravanas de salud ya recorren comunidades y el servicio, aunque insuficiente, empieza a dar señales de vida.

No se trata de maquillar la realidad: falta mucho para garantizar que cada receta se cumpla y que cada hospital tenga lo necesario. Pero es innegable que se está en una nueva etapa. Al menos, la salud volvió a verse como un derecho que debe reconstruirse, no como una caja registradora para unos cuantos proveedores.

El desafío para Tamaulipas y para el país es enorme: pasar del desastre heredado y de los errores en la estrategia federal, a un sistema que funcione con lo más elemental: médicos, medicamentos y atención digna. Si IMSS-Bienestar logra consolidar eso, será quizá la mejor vacuna contra la corrupción que convirtió a los hospitales en negocios privados.


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