La importancia de llamarse Ernestina Godoy

La abogada, que como Claudia Sheinbaum colaboró en el Gabinete de López Obrador en el entonces Distrito Federal, hoy está al frente de la poderosa Fiscalía desde donde hará todo lo que la presidenta diga
La jugada política más arriesgada hasta ahora de Claudia Sheinbaum se ha saldado a su favor. La pretendida llegada de Ernestina Godoy a la Fiscalía General de la República en lugar del depuesto Alejandro Gertz Manero fortalece a la presidenta y a su lucha contra la violencia. Sheinbaum no conoce otro método de trabajo que no sea concéntrico a su impetuoso liderazgo. En ese sistema solar todos han de girar en torno suyo, y no ha de darse ningún tipo de autonomía, real o pretendida. Gertz tardó demasiado en (o se resistió a) aprender eso.
La fama de Sheinbaum como persona metódica y obsesiva en el trabajo se sabe desde tiempos de su colaboración en el Gabinete capitalino de Andrés Manuel López Obrador. Todo se tenía que hacer, y pronto, para el jefe de Gobierno. Esa dedicación impulsó la carrera de Sheinbaum. Sus hoy colaboradores en el Gobierno federal cuentan que no es raro que llegue un mensaje de la presidenta antes de las cinco de la mañana. El estado de alerta y la aplicación en los objetivos, además de generar información bien fundamentada, es obligado en el equipo. Ese método puede llevar al micromanagement, a consumir tiempos de la presidenta en temas y asignaturas que otros podrían despachar.
Ella lo ha reconocido en privado, pero de inmediato se revuelve: orden dada no supervisada no sirve de nada. Gertz tampoco entendió eso. Hace unos días, en entrevista para el podcast de Denise Maerker, el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, defendía los operativos federales en Sinaloa y Michoacán, el despliegue de recursos y el uso de la inteligencia para potenciar resultados contra los criminales. Y sin apenas advertirlo, el secretario más cercano a Sheinbaum soltó una frase que resuena tras los hechos del jueves, cuando la política mexicana vivió las horas del frenesí por el desalojo, no sin resistencia, de Gertz Manero de la Fiscalía donde aún le restaban dos años.
Harfuch fue claro el martes con la ahora podcastera Maerker al decir que de muy poco servirían los esfuerzos policiacos en territorio si eso no se traducía en sólidas carpetas de investigación para que un juez coronara el operativo gubernamental contra los delincuentes. Desde que el primero de noviembre el asesinato del alcalde de Uruapan Carlos Manzo sacudió al país, una de las ondas expansivas por ese atentado pegó en la narrativa de éxito de la nueva estrategia anticrimen de la presidenta. Números a la baja en la incidencia delincuencial sirven de bien poco si los criminales son capaces de desplantes como quien cree que a la larga se saldrá con la suya.
El actuar del gabinete ha de contrarrestar ese desafío enérgicamente. Las palabras de Harfuch eran un llamado a que le dejaran actuar en otro plano; o dicho de manera diferente: el cuarto eje de la estrategia de Sheinbaum, el que habla de colaboración interinstitucional y a distintos niveles de gobierno, necesitaba un revulsivo.
Ahí fue donde la moneda de Gertz cayó, finalmente, con la cara equivocada; ahí fue donde Ernestina Godoy entró en escena. Harfuch necesita el margen para la acción que demanda la presidenta; Omar requiere colaboración sin celos, operar sin remilgos burocráticos de sus compañeros de gabinete. Cuando en mentideros políticos se especula “a quién escucha Claudia, con quién conversa la presidenta”, algunos apelativos, no demasiados, se repiten; uno que no falla es el de Ernestina Godoy, abogada de la UNAM ligada a causas populares, a Iztapalapa, y al obradorismo. Godoy fija en la lealtad a sus jefes una de sus virtudes. Es ese apego institucional el que hoy está siendo premiado por Sheinbaum.
Es confiable para traer y llevar encargos, para desatorar pendientes, para el monitoreo de las cosas que están en curso, para jugar en equipo. Es, al mismo tiempo y no necesariamente en favor de la ciudadanía, capaz del sacrificio por la causa: se prestó a atropellos de Gertz en contra de su familia política, a la vendetta de Ciudad de México en contra del exfiscal de Morelos, a casos de espionaje a opositores.
En estos nuevos viejos tiempos, Ernestina es una decana de los disciplinados y pragmáticos modos del naciente sistema. Fue la abogada, más que de Ciudad de México, de la jefa de Gobierno Sheinbaum. Y en términos prácticos, si formalmente llega de titular de la FGR seguirá fungiendo como consejera jurídica de la presidenta, cargo que ocupaba hasta la mañana de este jueves. “Pienso que necesitamos mucho más coordinación de las Fiscalías estatales y la Fiscalía General de la República”, dijo Sheinbaum el jueves por la mañana.



