Ximena y José: el mensaje que flota

Parece una advertencia. Parece una flecha dirigida al corazón de la jefa de Gobierno... Parece un recordatorio de que el crimen organizado no vacilará
A la memoria de Ximena Guzmán y José Muñoz.
No hay, en la memoria reciente de la capital, un hecho semejante. No existe, aunque hace cinco años nos acarició con la yema de los dedos. La caricia era premonición.
Advertidos quedamos.
Año y medio después de asumir el poder de la capital, Claudia Sheinbaum estuvo a punto de perder a su mejor hombre. Era el último viernes de junio de 2020. A las 6:35 de la mañana, Omar García Harfuch se convirtió en blanco de un pequeño ejército.
En Lomas de Chapultepec, 28 sicarios del Cártel Jalisco Nueva Generación con su infierno portátil: armas largas, granadas de fragmentación, un fusil Barrett— tendieron una emboscada al secretario de Seguridad de Ciudad de México. Erraron. Harfuch persiste.
Aquello fue el primer temblor, la primera sacudida de las placas tectónicas capitalinas.
Cinco años después, Ximena Guzmán y José Muñoz —dos de los colaboradores más cercanos a Clara Brugada, heredera del gobierno de la ciudad— no contaron con el mismo blindaje ni similar fortuna. Para las ocho de la mañana del primer 20 de mayo de la nueva administración, sus nombres ya formaban parte de los amargos censos oficiales.
Este martes, en plena calzada de Tlalpan, una decena de disparos truncó sus dos tempranas vidas. Ximena se acercaba a celebrar sus 43. José Muñoz tenía dos años menos.
Sheinbaum Pardo confirmó el fallecimiento con voz trémula. La noticia se la había dado Harfuch —su sobreviviente— en plena transmisión de la conferencia mañanera en que se compartiría el informe quincenal del gabinete de seguridad.
El destino y su macabra poesía.
Mientras la secretaria de Gobernación hablaba ante el micrófono de atender las causas, la primera de nosotras leía en silencio una tarjeta informativa. La súbita expansión de sus ojos bastó para comprenderlo todo: una nueva réplica se había activado.
Allí donde la noticia local suele diluirse bajo el peso nacional, los muertos de este martes quebraron todo orden. Sacudieron por la violencia, por su edad, por haber caído en una alcaldía que se dice inmune. Pero acaso lo más inquietante sea lo otro: el mensaje que flota.
Ese que nadie redactó, pero todos entendimos.
Dada la cercanía de los caídos: la destinataria era clara.
Ximena Guzmán —socióloga, secretaria particular de Brugada— escribía hace un par de meses en sus redes sociales: “Quisiera correr como rarámuri”.
—Socióloga del deporte, corredora de ida y de regreso, viajera y amante del precipicio— se lee en su perfil.
José Muñoz —enlace entre la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Pablo Vázquez, la Fiscalía de Alcalde y la oficina de Brugada— llegó a ser también su coordinador de asesores. Afirma la nueva jefa conocerlo desde niño.
—Rodadas y trotes. La poesía me re-crea. La música y las letras me vuelan. Miro y me comprometo. A la izquierda siempre estoy— se describe a sí mismo.
El ataque, ejecutado por un hombre con casco de motociclista, según muestra el video difundido por Reforma, no parece mala suerte ni gesto aislado.
Soy cuidadosa con el verbo que se desliza entre la duda y la apariencia: parece.
Parece una advertencia. Parece una flecha dirigida al corazón de la jefa de Gobierno. Parece una forma de decirle —sin decirle— que lo piense dos veces, que mida sus pasos, que no cruce ciertos límites ni altere ciertos pactos. Parece un recordatorio de que el crimen organizado no vacilará.
¿Qué puede venir después?
Cuando el objetivo era el jefe de seguridad, sabíamos a quién cuidar. ¿Y ahora, a quién blindamos?
Lo que para Sheinbaum fue una amenaza no consumada al inicio de su sexenio —Harfuch herido—, con Clara se ha concretado: cabe cuestionar si el objetivo era Ximena o José. Si era la particular o el puente con la seguridad ciudadana.
¿Era su cercanía personal o el trabajo en política de seguridad lo que el crimen castigó? ¿Fueron ambos?
El mensaje es claro: un desafío directo a la estrategia de seguridad capitalina. Un recordatorio amargo para su doliente titular: ni siquiera los más cercanos están a salvo.
En junio 2020 la hoy presidenta —tras el atentado contra su superpolicía— atribuyó el ataque al buen trabajo del funcionario y aseguró que no daría ni un paso atrás en la lucha contra el narco. Que el intento de matarlo —señalaba— era prueba de que iban por buen camino.
Este martes, poco antes del mediodía, la jefa de Gobierno, vestida de negro y visiblemente afectada, repitió el gesto: prometió continuar su lucha implacable contra la inseguridad.
La historia de un sismo y su dolorosa réplica.