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‘El Truko’ y la disputa por el PAN en Tamaulipas

  • Por: ARTURO ROSAS HERRERA
  • 02 JULIO 2025
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‘El Truko’ y la disputa por el PAN en Tamaulipas

En Tamaulipas, el Partido Acción Nacional no sólo enfrenta una crisis de identidad, sino también una batalla interna silenciosa que empieza a tomar forma rumbo a 2028. La figura que se mueve en medio de esta reconfiguración es César Verástegui Ostos, quien —con más estrategia que estridencia— ha comenzado a articular una red de alianzas para disputar el control del panismo estatal.

Mientras el grupo del exgobernador Francisco García Cabeza de Vaca, que mantiene el control del partido a través del actual dirigente Luis René Cantú Galván, se aferra al aparato y a las viejas fórmulas, el llamado “Truko” parece estar leyendo otro guión: uno que apuesta por construir desde la base, revitalizar liderazgos dormidos y ofrecer una alternativa de cara a un PAN que, hoy por hoy, no logra convencer ni dentro ni fuera de su estructura.

Verástegui se ha reunido en las últimas semanas con figuras de peso simbólico y territorial como Óscar Almaraz Smer, así como con exalcaldesas panistas. No son simples cortesías políticas, se trata de una operación quirúrgica para reagrupar cuadros, oxigenar el discurso y, sobre todo, preparar el terreno para una doble jugada: quedarse con el Comité Directivo Estatal del PAN y, desde ahí, proyectar una candidatura competitiva para la gubernatura en 2028.

Esa misma ruta parece buscarla el exalcalde de Tampico, Jesús Nader, quien se mantiene como una figura de liderazgo en la zona sur de Tamaulipas y con muchos seguidores en el centro de la entidad, pero ha mantenido un perfil muy conservador.

Nader y “El Truko” son figuras vigentes. Desde la Cámara baja, Chucho Nader tiene una operación política y no le intimida interactuar con liderazgos en el pleno, a diferencia del excandidato a gobernador, quien no tiene esa dinámica de participación legislativa.

En esta disputa por el control no hay espacio para ingenuidades. El grupo cabecista no tiene intención de soltar el timón. Su apuesta sigue siendo de resistencia, incluso cuando los números electorales y el desgaste público del exgobernador los colocan en franca desventaja. Mantener a los Cabeza de Vaca en el PAN sería mantener esa caída libre, y el panismo lo sabe; incluso, a pesar de los errores de Morena y sus escándalos mediáticos seguirán ganando, porque la marca de ese grupo que huyó a Estados Unidos hace perder al PAN.

El punto de inflexión será la renovación de la dirigencia estatal. Y aquí es donde la jugada de Verástegui cobra sentido: si logra posicionar un nuevo liderazgo —afín, pero no subordinado— podrá, por primera vez en años, redibujar el mapa interno del PAN y sacarlo del secuestro faccioso en el que ha permanecido.

Porque en el fondo la disputa no es sólo por cargos o candidaturas: es por el futuro del PAN como opción política real. El partido ha perdido terreno ante el avance de Morena y la desilusión ciudadana y, si no se sacude de sus inercias, lo que fue una fuerza opositora robusta corre el riesgo de convertirse en una maquinaria hueca, sostenida por cuotas, pleitos internos y alianzas de ocasión. Verástegui, guste o no, entiende algo que sus adversarios dentro del partido parecen ignorar: que el PAN necesita reconciliarse con sus bases, tejer desde abajo y abrirse a nuevos liderazgos si quiere sobrevivir más allá del 2027.

La lucha ya comenzó. Y si el PAN de Tamaulipas no se reinventa a tiempo, se convertirá en un espectador de su propia extinción.


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