Columnas - David Marcial Pérez

Sobrinos corruptos

  • Por: DAVID MARCIAL PÉREZ
  • 17 SEPTIEMBRE 2025
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Sobrinos corruptos

En la primavera del año pasado, Rafael Ojeda Durán recibió una carta que denunciaba a sus sobrinos por corruptos. Así fue como comenzó a destaparse la red de contrabando millonario de combustible incrustada en las altas esferas de la Marina. El tío Ojeda, entonces secretario del estamento militar, puso la ley por encima de la familia y, según la versión oficial, denunció a sus sobrinos Manuel Roberto y Fernando Farías Laguna. Otro sobrino de otro político mexicano fue detenido hace un par de meses por un asunto de apuestas en Paraguay. De ese hilo tiraron las autoridades paraguayas para acabar capturando este viernes también al tío Hernán Bermúdez, exsecretario de Seguridad de Tabasco, acusado de ser el brazo armado del Cartel Jalisco en su Estado.

Los dos casos de corrupción que están sacudiendo la política mexicana han tenido como pitazo los vínculos familiares. “La familia es primero”, como dice el viejo lema de la mafia italiana, aludiendo a los códigos de confianza y lealtad que se le presuponen a la mezcla de hampa y familia. Con todo, la historia del crimen y hasta su representación en la ficción están plagadas de excepciones a la norma. Hasta Michael termina mandando matar a su hermano Fredo al descubrir que este había planeado antes su asesinato en El Padrino.

Porque la corrupción no es una mancha genética incorporada al ADN -aunque el expresidente Peña Nieto dijera en uno de sus tropiezos menos afortunados aquello de que es “una debilidad de orden cultural”-, sino más bien el resultado perverso de un sistema de incentivos y castigos donde sale demasiado barato quebrar la ley. La corrupción es el síntoma de la fragilidad de las instituciones.

El caso de los marinos, el politólogo Pérez-Ricart explicaba en un reportaje de Zedryk Raziel, titulado La trama del huachicol golpea la reputación de incorruptible de la Marina en México, que “las aduanas son la mayor instancia de corrupción imaginable. Al entrar la Marina, la institución cambia muchos de sus incentivos iniciales, su estructura. Tienen una verticalidad que no se da en la Policía ni en otro lado, y por lo tanto es más complicado que se infiltren, pero, una vez que se contaminan, esa contaminación viene de lo más alto a lo más bajo”.

El caso del jefe de policía de Tabasco solo se entiende también bajo la premisa de la fragilidad institucional que incentiva la corrupción. Desde 2022, informes secretos del Ejército desvelado por Guacamaya Leakes ya apuntaban a que el mismísimo secretario de Seguridad de Tabasco era el cabecilla de un grupo criminal ligado a uno de los grandes cárteles. 

Aun así, siguió en su cargo dos años más después de ser nombrado en 2019 por Adán Augusto López, el entonces gobernador. Los focos están ahora puestos el hombre de confianza del expresidente López Obrador, que fue su secretario de Gobernación y hasta precandidato presidencial.


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