Ruta correcta

“La Odisea” narra el largo y complejo viaje de Ulises para regresar a Ítaca. Homero no describe un retorno inmediato ni glorioso, sino una travesía marcada por tormentas, monstruos, islas encantadas y decisiones morales.
Ese viaje, lleno de retos y aprendizajes, también sirve como metáfora para los pueblos que luchan por transformar su historia. Como Ulises, México emprendió una odisea en 2018, una ruta de transformación refrendada en 2024, que no ha sido fácil, pero que avanza con determinación.
Hoy, el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2026 es una brújula en esa travesía. No es un documento técnico más, es una herramienta política, ética y social que permite seguir navegando hacia un país donde la justicia social sea una realidad, donde los recursos públicos sirvan para garantizar derechos y el Estado siga siendo un actor comprometido con el bienestar del pueblo.
Con el liderazgo de la presidenta Claudia Sheinbaum, esta ruta se consolida. El presupuesto aprobado por la Cámara de Diputados prioriza la inversión social, la educación, la salud, la ciencia, la cultura y el medio ambiente.
El PEF 2026 es más que una herramienta financiera, es una declaración política, ética y social. Es el reflejo de un gobierno que reafirma su compromiso con el Humanismo Mexicano y con la transformación del país.
Igualmente, representa un incremento real del 5.9 por ciento respecto a 2025. Esta cifra récord no es producto del azar, es el resultado de la visión clara de priorizar la inversión social, fortalecer los derechos fundamentales y consolidar un modelo de desarrollo con justicia.
El pilar del PEF 2026 es el fortalecimiento de los programas sociales, columna vertebral de la Cuarta Transformación, que benefician al 82 por ciento de las familias mexicanas. Por eso, se destinarán mil millones de pesos a los correspondientes a la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores y las Becas Benito Juárez, incluida la Rita Cetina para jóvenes estudiantes.
Esto no es asistencialismo, como algunas voces insisten en señalar; es justicia social, es redistribución del ingreso. Es reasignar recursos desde los excesos hacia las necesidades, con una visión progresista, humanista y profundamente transformadora. Es reconocer que el Estado tiene una deuda histórica con millones de mexicanas y mexicanos que, durante décadas, fueron ignorados por los gobiernos neoliberales.
Gracias a esta política de bienestar y a la inversión social sin precedentes, desde 2018, más de 8.9 millones de personas han salido de la pobreza en México, de acuerdo con los datos oficiales del Coneval.
En materia de salud, se refuerza el IMSS-Bienestar. En educación, se priorizan la infraestructura escolar, la formación docente y la equidad en el acceso. Además, se contemplan reasignaciones hacia ciencia, cultura, medio ambiente y educación.
Asimismo, el PEF 2026 se alinea con los Criterios Generales de Política Económica y el Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030, orientados a mantener la estabilidad macroeconómica, fortalecer la inversión pública y ampliar la cobertura de derechos sociales.
Como legislador, estoy satisfecho por haber votado a favor de este presupuesto. Pero también asumo el compromiso de vigilar su correcta aplicación, de escuchar a la ciudadanía, de seguir legislando con el pueblo y con la mirada en el porvenir; porque el presupuesto no es el fin, sino el medio para seguir construyendo un México más justo y más humano.
La ruta está trazada. Así como Ulises jamás perdió de vista Ítaca, nosotras y nosotros no debemos perder de vista nuestro destino. Y mientras el viento sopla a favor del pueblo, la Cuarta Transformación seguirá siendo el hogar al que todos queremos regresar.
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