Columnas - Leonardo Lomelí Vanegas

La UNAM: Una promesa de país que no se detiene

  • Por: LEONARDO LOMELÍ VANEGAS
  • 01 NOVIEMBRE 2025
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La UNAM: Una promesa de país que no se detiene

Tanto el mundo como nuestro país enfrentan retos sin precedentes. En los entornos presenciales y virtuales, la violencia, la desinformación y la polarización desafían constantemente a los centros educativos y repercuten en la vida universitaria.

En este contexto, la Universidad Nacional Autónoma de México refrenda su convicción de preservar su misión con sensibilidad y firmeza, su vocación por el saber, su libertad para pensar y su inquebrantable compromiso con la sociedad.

A los universitarios y universitarias de todas las generaciones nos une la convicción de que la educación pública puede dar forma a renovados cursos de desarrollo, que la ciencia y el arte son manifestaciones de la autodeterminación humana y que la Universidad debe seguir siendo una de las plataformas nacionales más fecundas para el intercambio de ideas, la crítica informada y la innovación.

El pasado 29 de octubre, durante la entrega del Premio Universidad Nacional y el Reconocimiento Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos, las y los universitarios coincidimos en que la generación del conocimiento, la investigación y la difusión de la cultura no son solo labores intelectuales, sino actos enfocados en la edificación de un porvenir con menos injusticias y mayor movilidad social.

Este año, 33 universitarias y universitarios fueron galardonados. Entre ellos hay científicas y científicos que exploran los orígenes del universo; artistas y humanistas que piensan la identidad; ingenieras, economistas y juristas que elaboran soluciones para un país complejo; y docentes que, con creatividad, siembran curiosidad y propósito en las generaciones que seguirán construyendo esta nación.

Tengo la certeza de que esta fuerza intelectual y su impacto social cobran mayor vigencia en el panorama actual.

A lo largo de su historia, la Universidad ha enfrentado coyunturas difíciles de las que ha salido fortalecida mediante su capacidad de adaptación a los cambios y la reforma de sus estructuras y procedimientos para responder mejor a las necesidades de su comunidad y del país.

Desde 1929 lo ha hecho en ejercicio de su autonomía, dando muestra de su capacidad para responder con sensibilidad y altura de miras a los desafíos que ha enfrentado.

En estas semanas complejas, y aún con contratiempos, nuestra comunidad ha demostrado que la seguridad y la estabilidad no se imponen, se tejen con capacidad de escucha y diálogo, solidaridad y resiliencia, corresponsabilidad y planeación estratégica, empatía y prudencia.

Por ello, además de fortalecer la infraestructura, los procesos de comunicación, los protocolos y medidas de seguridad, la Universidad ha hecho del cuidado de la salud mental y del acompañamiento integral a las y los estudiantes una de sus prioridades.

De este modo, la UNAM permanece como un espacio donde los enfoques se enriquecen mutuamente, las diferencias se escuchan con respeto y los consensos se construyen con inteligencia colectiva. Esta tenacidad, unida al sentido de pertenencia que nos distingue, es la respuesta más íntegra frente a cualquier intento de división, agresión o descalificación.

No debemos permitir que amenazas virtuales siembren el temor en nuestras facultades y escuelas, que la polarización y menos aún la tentación del pensamiento único enturbien las relaciones entre la comunidad universitaria y traten de incidir en sus actividades sustantivas.

No permitamos que nadie nos prive de los espacios que el pueblo de México ha confiado a su Universidad para realizar sus funciones primordiales: la docencia, la investigación y la difusión de la cultura. Antes bien, corresponsabilicémonos de su buen uso para estar a la altura de las expectativas que ha depositado en nosotros nuestra nación.

La Universidad Nacional es un proyecto social, cultural y humanístico de largo aliento, cuyas contribuciones son múltiples y valiosas. Fiel a sus principios, la Universidad pública y autónoma es, ante todo, una promesa de país. Cada aula, laboratorio, taller o espacio deportivo materializan una aspiración por la justicia, la igualdad, la democracia y la sostenibilidad. 


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