El magnicidio que debe llevarnos a cuestionar muchas cosas

El pasado 1 de noviembre, en el centro histórico de Uruapan, Michoacán, en pleno Festival de las Velas —evento público que hace parte de la festividad del Día de Muertos— Carlos Manzo, alcalde de dicho municipio, fue víctima de homicidio doloso.
En varias ocasiones advirtió de las amenazas recibidas, que su vida y la de sus seres queridos estaban en riesgo. Esas advertencias lamentablemente se hicieron reales y terminaron con su vida, frente a su familia y sus gobernados, con apenas 40 años de edad.
Este terrible hecho es un recordatorio de lo mal que se encuentra el país, del riesgo en el que todos vivimos y contradice la retórica oficial de “vamos bien”.
En particular, la serie de declaraciones oficiales sirven de base para cuestionarnos qué resultados efectivos tenemos en materia de incidencia delictiva, inseguridad y violencia.
Según declaraciones del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana —federal—, el alcalde contaba con un buen aparato de seguridad. ¿De qué tamaño es la incapacidad de los encargados de seguridad de prevenir y reaccionar frente a la efectividad de los delincuentes? ¿Estaban acaso los policías y guardias nacionales coludidos con los delincuentes?
¡No es aceptable pensar que una autoridad bien resguardada sea ejecutada con tanta facilidad sin que nos lleve a una profunda reflexión y eventual corrección acerca de quiénes integran, cómo están capacitados, equipados y supervisados los cuerpos de seguridad!
El gobierno federal ha presumido que a Michoacán se le han asignado miles de efectivos de las fuerzas federales, que ello ha producido resultados enmarcados en la estrategia de combate la extorsión y que gracias a ello han disminuido los delitos y la violencia.
Si ello es real ¿por qué en Michoacán a pocos días de distancia, fueron ejecutados empresarios y activistas del tamaño de Bernardo Bravo, de Rogelio Escobedo, de Luis Aguiñaga o del mismo alcalde Carlos Manzo? ¿Realmente en México vivimos un proceso de fortalecimiento de la seguridad o simplemente existe un ejercicio de reducción artificial de la estadística delictiva?
En otras palabras, si la actual estrategia de seguridad funciona, y si hay tal presencia de Fuerzas Federales ¿por qué la región se encuentra bajo el control delictivo y los ciudadanos viven en peligro? ¿Qué falla?
Michoacán es al mismo tiempo un reto para la gobernanza del país, como también un importante motor económico y cultural. Allí se han intentado aproximaciones diferentes al problema, esperemos que las actuales autoridades tengan la madurez para analizar objetivamente qué se hizo bien, qué funcionó parcialmente y qué no funcionó, para aprender de aciertos y errores y así ser efectivos en combatir aquellos grupos que matan personas, controlan negocios y afectan la vida de la región.
@FraRivasCol



