El futuro de la ayuda al desarrollo (pese a Donald Trump)

La cumbre de Sevilla plantea una ambiciosa agenda sobre deuda, tributación justa y comercio internacional que necesitará mucha voluntad institucional ante la falta de cooperación de Estados Unidos
Culminó en Sevilla la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Financiación para el Desarrollo, la cuarta en la secuencia que se inició en Monterrey en 2002, seguida por Doha en 2008 y Addis Abeba en 2015. En el primer día se aprobaron tanto el Compromiso de Sevilla como la Plataforma para la Acción. Contó con la participación de muchos jefes de Gobierno y autoridades gubernamentales y con cerca de 400 eventos paralelos. El Gobierno de España hizo una maravillosa gestión en la organización de la Conferencia.
El Compromiso de Sevilla había sido acordado en Nueva York bajo la coordinación de los embajadores de México, Nepal, Noruega y Zambia. Fue un proceso de varios meses que logró un documento que fue aprobada por consenso, aunque sin la participación de Estados Unidos, que tampoco asistió a las reuniones de Sevilla.
Tanto en el Compromiso como la Plataforma proponen una agenda amplia, con acciones que deben llevarse a cabo tanto a nivel nacional como internacional. Siguiendo la terminología de la ONU, el concepto de “desarrollo sostenible” incluye temas económicos, sociales y ambientales. Además, contiene objetivos y recomendaciones para apalancar inversiones del sector privado al desarrollo sostenible, un tema que es objeto de una sección especial del Compromiso.
Un elemento que recibe amplio respaldo es el apoyo a los bancos de desarrollo, tanto multilaterales como nacionales. En el primer caso, se reitera el objetivo de triplicar el financiamiento de esas instituciones en unos 10 años, como lo propuso un grupo de expertos del G-20 hace un par de años. Eso exigirá obviamente la capitalización de dichas entidades, pero también apalancar dichos recursos con financiamiento privado.
Un reto importante será la ampliación significativa de las actividades de los bancos nacionales de desarrollo, que incluso deben ser creados o reformados en varios países, con apoyo de la cooperación internacional. Para impulsar al sector privado, especialmente en inversiones de largo plazo y actividades innovadoras, aparte de los créditos, deberán desarrollar sistemas de garantías y fondos de capital de riesgo. Además, para el apoyo al desarrollo productivo se deben resaltar las recomendaciones del Compromiso sobre ciencia, tecnología e innovación.
Obviamente, el reto más difícil en materia de financiamiento es la asistencia oficial para el desarrollo, un tema esencial para los países menos desarrollados. El Compromiso reitera la meta en este campo que se acordó en la ONU hace más de medio siglo, el 0,7% del ingreso nacional de los países desarrollados, pero que ha sido incumplida por la mayoría de ellos. El reto es inmenso, tanto porque esa ayuda ha venido disminuyendo, como porque se vienen anunciando reducciones, tanto la eliminación de la Agencia de Desarrollo de los Estados Unidos (USAID) como los recortes de la ayuda por parte de varios países europeos para ampliar el gasto en defensa.
Uno de los temas que recibe una atención muy positiva, tanto en el Compromiso como en la Plataforma de Acción, es el fortalecimiento tributario, tanto a nivel nacional como internacional, en este último campo con el apoyo a la Convención de Cooperación Tributaria Internacional que se viene discutiendo en la ONU. En el Compromiso se menciona específicamente cuatro objetivos: impuestos más altos para los individuos con altos niveles de riqueza, tributación justa de las empresas multinacionales en los países donde operan, desarrollo de buenos registros de activos e intercambio de información entre autoridades tributarias.
También hay muy buenas recomendaciones en materia de institucionalidad en ambos documentos. En la Plataforma se incluye como una de las tres áreas de acción y se mencionan específicamente el desarrollo de plataformas nacionales de acción y la mejoría de los mecanismos de cooperación para el desarrollo a escala mundial. Y tanto en este campo como en el Compromiso, se resalta la necesidad de fortalecer el control a las transacciones financieras ilícitas.
Las dos áreas donde las propuestas y el margen de acción son complejas son el comercio internacional y el apoyo a los países en desarrollo sobreendeudados. En cuanto al primero de estos temas, el Compromiso propone el fortalecimiento de la Organización Mundial de Comercio (OMC), un buen sistema de solución de controversias y mantener el trato especial y diferenciado a los países menos desarrollados. Sin embargo, las acciones unilaterales de Estados Unidos en este campo, así como las medida de retorsión a las que darán lugar y los problemas de dumping de productos chinos, hace que las acciones en este campo sean muy inciertas.
En materia de manejo del los problemas de sobreendeudamiento, las propuestas son insuficientes. La mejora del Marco Común para las negociaciones que puso en marcha el G-20 en diciembre de 2020 es una solución posible, pero los pocos procesos que lo han utilizado muestran que es un instrumento insuficiente, al cual no tienen acceso, además, los países de ingreso medio. Es positivo que se proponga un registro mundial de deudas y una mejor regulación de las agencias de calificación de riesgo. En la Plataforma de Acción hay varias propuestas adicionales, entre ellas un mecanismo de swaps de deuda coordinado por el Banco Mundial y un Foro de Países Deudores. Pero hay una ausencia de una propuesta institucional de largo plazo, que cree un organismo que apoye las renegociaciones de deuda, pero este puede ser el resultado del proceso intergubernamental para hacer recomendaciones sobre las iniciativas en este campo que propone el Compromiso.
Es una agenda amplia, que exigirá acciones por parte de la ONU, las instituciones financieras internacionales, el Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, de otras instituciones mundiales y regionales de cooperación para el desarrollo, y obviamente de programas naciones adoptados por todos los países, con apoyo de la cooperación internacional. Son desafíos que deberán ser impulsados por la ONU y el grupo de agencias para el desarrollo que coordina, y objeto de los debates en los encuentros anuales sobre financiamiento para el desarrollo que lleva a cabo ECOSOC. Un gran reto será obviamente concretar acciones efectivas sin la cooperación de Estados Unidos.