Columnas - De política y cosas peores

Antojitos

  • Por: CATÓN
  • 20 JULIO 2025
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Antojitos

La linda chica salió del consultorio de su ginecólogo. Regresó una hora después. Le preguntó al doctor: "¿Dejé aquí mi pantaletita?". Buscó el facultativo y dijo: "No".  Se quedó pensando la muchacha: "Entonces la dejé en el consultorio del dentista". "Eres un mentiroso -le reprochó la recién casada a su marido-. Me dijiste que manejabas un negocio de antojitos, y acabo de saber que lo que tienes es un congal, burdel, zumbido, mancebía, casa de citas, ramería, manfla o lupanar". "No te mentí -se defendió  el sujeto-. Mi negocio es de antojitos. A todos los hombres se les antoja eso". La señorita Himenia, célibe otoñal, tenía un perico, según costumbre de antes entre las solteras de su edad. El pajarraco era lascivo, lujurioso, lúbrico, y solía meterse en el corral de las gallinas a hacer con ellas lo que no debía hacer. Himenia lo amenazó: "Si sigues metiéndote con las gallinas te voy a desplumar el copete". Sin hacer caso de la advertencia el libidinoso loro volvió a incurrir en su reprobable acción. La señorita cumplió su amenaza: le arrancó al cotorro las plumas de la cabeza, con lo que el cráneo le quedó mondo y lirondo. A los pocos días Himenia invitó a merendar en su casa al párroco del pueblo, que era calvo de solemnidad. Lo vio el perico y le dijo en tono de reproche: "Ya sé lo que has estado haciendo".  Un caballero de madura edad se presentó ante el médico y le dijo: "Al terminar el acto del amor me siento tan cansado que creo que me voy a desmayar". Inquirió el facultativo: "¿Cuándo empezó usted a sentir eso?". Respondió el añoso señor: "Cuatro veces ayer y dos hoy por la mañana". Un joven le preguntó a su amigo: "¿Has oído eso de que los ostiones son buenos para aumentar la libido en el varón?". "Sí -contestó el otro-. He escuchado esa versión". "Pues es mentira -manifestó el muchacho-. Ayer me comí una docena, y solamente funcionaron tres". (Recuerdo en este punto al maduro comerciante que en una esquina de mi ciudad vendía cocteles de ostión en un carrito. Le pregunté por broma: "¿Es cierto que los ostiones sirven para lo que dicen que sirven?". "Ay, señor -me dijo con un suspiro pesaroso-. ¿Usted cree que si sirvieran para eso los vendería yo?"). Rosibel, la linda asistente de don Algón, le contó a una amiga: "El desvergonzado viejo me ofreció un anillo de brillantes si pasaba con él un fin de semana en Acapulco". Respondió la amiga: "A verlo". Menegilda, mucama en casa de doña Panoplia, quebró un plato. La señora la reprendió: "Es el segundo que quiebras esta semana. Te lo cobraré". "No es justo -se quejó Menegilda-. En este mes su marido me ha roto dos blusas, una falda y tres pares de medias, y yo no se las he cobrado". La maestra les pidió a sus alumnos que dijeran una frase en la cual apareciera dos veces la palabra "bonito". Dijo Rosilita: "Me puse un bonito vestido, y todos me dijeron que se me veía muy bonito". Dijo Juanilito: "Al bonito jardín de mi casa llega un colibrí muy bonito". Y Pepito: "Ayer mi hermana salió con la novedad de que está embarazada, y mi papá le dijo: 'Qué bonito, ¿eh? Qué bonito'". Doña Cotilla, mujer dada al chismorreo, comentó en el barrio: "Se casó la hija de mi vecina, y su marido le hace el amor como nadie se lo ha hecho". "¿Cómo?" -preguntó con gran interés una señora. Respondió doña Cotilla: "Sin pagarle". Ella tenía 80 años. Él, 85. Aun así contrajeron matrimonio. La primera noche él le tomó la mano, y en seguida los dos se durmieron. Lo mismo sucedió la segunda noche, la tercera y la cuarta. Cuando la quinta noche él volvió a tomarle la mano le dijo ella con enojo: "¿Qué te pasa? ¿acaso eres un maniático sexual?" FIN. 

MANGANITAS

Por AFA

"Un hombre se casó siete

veces".

Seguro se las vio negras

el mencionado señor

-lo digo con buen humor-

para tratar siete suegras.


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